En pleno siglo XXI, la tecnología debería ser el gran igualador, el puente que conecta a todas las personas con un mundo de posibilidades. Sin embargo, para muchas mujeres, la tecnología sigue siendo un espacio inaccesible, una frontera que simboliza no solo desigualdad, sino también una pérdida de talento, innovación y creatividad. Este fue uno de los grandes debates en el I Congreso Mujeres y Tecnología, celebrado el pasado 23 de febrero en Alicante, organizado por AEPA con el apoyo de la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI) y el Banco Sabadell.
La brecha digital de género no solo implica una falta de acceso a dispositivos y herramientas tecnológicas. Es también una brecha educativa, económica y cultural que perpetúa desigualdades históricas. En un mundo donde las habilidades digitales son cada vez más esenciales para acceder a empleos bien remunerados, las mujeres están quedando atrás, particularmente en sectores como la inteligencia artificial, el desarrollo de software y la robótica.
En el Congreso, las ponentes hicieron hincapié en un dato alarmante: en Europa, menos del 20% de los profesionales en tecnologías de la información y la comunicación (TIC) son mujeres. Este desequilibrio no es solo un problema de cifras; es una señal de que estamos desaprovechando un enorme potencial humano.
Durante las mesas de diálogo, se discutió cómo la brecha digital no comienza en el mercado laboral, sino mucho antes, en el ámbito educativo. Las niñas reciben menos estímulo para explorar campos relacionados con la tecnología y las matemáticas, lo que se traduce en una menor representación en carreras STEM. Además, los estereotipos de género siguen reforzando la idea de que la tecnología no es «un campo para mujeres».
¿Qué se puede hacer al respecto? Las soluciones propuestas en el Congreso abarcaron desde la implementación de políticas públicas que promuevan la inclusión digital hasta la creación de programas específicos para formar a mujeres en habilidades tecnológicas avanzadas. Además, se destacó la importancia de visibilizar a mujeres líderes en tecnología como modelos a seguir, para inspirar a las generaciones más jóvenes.
Cerrar la brecha digital no es solo una cuestión de justicia social; es una necesidad económica y tecnológica. En un mundo que avanza a pasos agigantados hacia la automatización y la inteligencia artificial, necesitamos la participación plena de todas las personas, independientemente de su género. Las mujeres tienen tanto derecho como capacidad para liderar este futuro digital. De lo contrario, la brecha no será solo digital, sino también una brecha de oportunidades perdidas para toda la sociedad.