La tecnología, por sí sola, no es buena ni mala. Es una herramienta, y como tal, su impacto depende de las manos que la diseñan y los objetivos que busca alcanzar. Este fue uno de los planteamientos que surgieron durante el I Congreso Mujeres y Tecnología, celebrado en febrero en Alicante, donde se exploró cómo la inclusión de la perspectiva de género puede cambiar la manera en que innovamos.
Imagina un mundo en el que los algoritmos no perpetúen sesgos de género, donde las aplicaciones de salud consideren las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, y donde la inteligencia artificial no sea programada únicamente por equipos homogéneos. Durante el Congreso, se presentaron ejemplos concretos de cómo la falta de diversidad en la tecnología tiene consecuencias reales. Un caso citado fue el de los primeros asistentes virtuales, que durante años mostraron sesgos al asociar voces femeninas con tareas domésticas y voces masculinas con roles de autoridad.
La inclusión de las mujeres en el desarrollo tecnológico no solo es una cuestión ética, sino también práctica. Estudios presentados durante el evento demostraron que los equipos diversos crean productos más inclusivos y rentables. La tecnología con perspectiva de género tiene el potencial de transformar realidades, desde el diseño de ciudades inteligentes que respondan a las necesidades de todas las personas hasta soluciones específicas para cerrar brechas en salud, educación y empleo.
Pero la perspectiva de género no llegará sola. Como destacaron las ponentes, es necesario repensar los procesos de innovación desde la base. Esto implica cambiar el enfoque en la formación de futuros tecnólogos, implementar normativas que fomenten la inclusión y, sobre todo, romper con los estereotipos que limitan la participación de las mujeres en este campo.
En el Congreso se propuso una visión radicalmente inclusiva de la innovación, donde las mujeres no sean solo usuarias o consumidoras, sino diseñadoras y líderes del cambio tecnológico. Esto no solo enriquecerá los avances tecnológicos, sino que garantizará que estos sean verdaderamente útiles para toda la sociedad.
En un mundo donde la tecnología define cada vez más nuestro presente y nuestro futuro, incorporar la perspectiva de género es tanto un desafío como una oportunidad. Como se destacó en el Congreso, innovar no es solo crear algo nuevo; es crear algo que tenga impacto positivo para todos. Y para eso, las mujeres son esenciales.