El impacto del COVID-19 en el comercio internacional y las exportaciones valencianas.
Por Francisco Alcalá y Juan Carlos Robledo
El COVID-19 está afectando muy negativamente a un comercio internacional que ya venía decreciendo levemente desde mediados de 2018. La Organización Mundial del Comercio (OMC) prevé este año una caída del comercio internacional de entre el 12,9 % y el 31,9 %, aunque se podrían volver a recuperar los niveles previos a la pandemia en 2021. Esto tendrá un impacto muy importante sobre las economías española y valenciana ya que las exportaciones de bienes venían representando un 23,3 % del PIB español y un 27,5 % del valenciano. Con respecto a las previsiones globales, las exportaciones españolas y, sobre todo, las valencianas se verán penalizadas por una composición que prima algunos de los productos con peores pronósticos internacionales, como es el caso del automóvil. En el lado positivo, los principales mercados de destino de las exportaciones nacionales —como el europeo— presentan perspectivas algo menos negativas que las del conjunto del comercio mundial. Considerando estos factores, las exportaciones españolas podrían caer entre un 12,7 % y un 32,0 % a lo largo de 2020, mientras que las valencianas lo harían entre un 13,4 % y un 34,1 %.
Los amplios intervalos con los que se presentan estas proyecciones —como las exageradas oscilaciones diarias que observamos en los mercados de valores— son un reflejo de la enorme incertidumbre económica y vital que experimentamos. Con todo y a pesar de sus sombrías perspectivas a corto plazo, las exportaciones podrían erigirse en un elemento esencial de la futura recuperación económica, en el contexto de un mercado nacional que se prevé sufra la crisis de manera algo más profunda que otros mercados de nuestro entorno. Las exportaciones fueron la válvula de escape que permitió a las economías española y valenciana empezar a recobrarse de la Gran Recesión. Es necesario hacer ahora un esfuerzo privado y público por mantener activos los mercados de exportación para cuando las fronteras y los intercambios recuperen la normalidad. Aunque la supervivencia durante lo peor de la pandemia se basa en las producciones consolidadas y el mercado nacional, la reconstrucción y el crecimiento futuro tendrán que apoyarse decisivamente en la innovación y la competitividad exterior. Una importante palanca de esta estrategia será el aprovechamiento de los fondos de la Unión Europea para la recuperación económica que apuntan hacia la digitalización y la sostenibilidad medioambiental del crecimiento.
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